En 1973, el Washington Post publicó un esquema comparativo del aborto y la esclavitud -"Dos casos de desprecio de la vida humana"-, realizado por una organización norteamericana para la protección del derecho a la vida. El paralelismo es escalofriante al mismo tiempo que revelador:
Aun cuando posea un corazón y un cerebro, y
biológicamente se le considere humano, un esclavo no es una
"persona" ante la ley. La decisión del Tribunal Supremo de los
Estados Unidos lo afirma claramente.
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Aun cuando posea un
corazón y un cerebro, y biológicamente se le considere humano, el niño no
nacido no es "una persona" ante la ley. El Tribunal Supremo de los
Estados Unidos lo ha afirmado claramente.
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Un hombre de la raza negra sólo recibe su
personalidad jurídica al ser libertado; antes no debemos preocuparnos por él,
pues no tiene derechos ante la ley.
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Un
niño sólo adquiere personalidad jurídica al nacer; antes no debemos
preocuparnos por él, pues no tiene derechos ante la ley.
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Si
usted considera que la esclavitud es mala, nadie le obliga a tener un
esclavo, pero no imponga su moralidad a los demás.
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Si
usted considera que el aborto es malo, nadie le obliga a hacerlo, pero no
imponga su moralidad a los demás.
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Un
hombre tiene el derecho de hacer lo que desee con su propiedad.
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Una mujer tiene el
derecho de hacer lo que desee con su propio cuerpo.
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¿No
es, acaso, más humanitaria la esclavitud? Después de todo ¿no tiene el negro
el derecho a ser protegido? ¿No es mejor, acaso, ser esclavo que ser arrojado
sin preparación o experiencia a un mundo cruel? (Afirmación hecha por una
persona que ya es libre).
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¿No es, acaso, más
humanitario el aborto? Después de todo, ¿no tienen todos los niños el derecho
de ser "deseados" y amados? ¿No es mejor, acaso, que jamás llegue a
nacer un niño, antes de que tenga que enfrentarse solo y sin amor a un mundo
cruel? (Afirmación hecha por una persona que ya ha nacido).
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