La mortalidad tras un aborto inducido es 3 veces mayor que tras un parto natural y 1,5 veces mayor que la de las mujeres no embarazadas. Además las mujeres que han sufrido un aborto inducido tienen 6 veces más posibilidades de morir por causa violenta, que las mujeres que paren por vía natural y más de 2 veces de morir por esta causa que las mujeres no embarazadas (American Journal of Obstetrics and Gynecology, 190; 422, 2004).
La existencia de un síndrome post-aborto es defendido por diversos autores (Reardon DC. Ethics Med 18; 23-32, 2002).
A pesar de lo dicho, se observa cierta resistencia a reconocer como un cuadro clínico individualizado el síndrome postaborto, que se puede presentar en las mujeres que han sufrido un aborto provocado. Las doctoras Gómez Lavín y Zapata García, recogen en un estudio publicado en la revista Actas Españolas de Psiquiatría (33, nº 6, julio-agosto de 2005) un interesante trabajo en el que se analizan las historias clínica de 10 mujeres que han abortado y que presentan el síndrome pos-aborto, debidamente etiquetado. En todas ellas, el aborto realizado entre los 2 y los 4 meses de gestación, ha supuesto un estrés grave, con síntomas que se iniciaron inmediatamente después del aborto o hasta trascurridos 6 meses del mismo, y que en algunos casos persistieron durante meses o años, en cuatro casos más de 10 años. Este interesante estudio de las doctoras Gómez Lavín y Zapata García, reabre el interés por este síndrome, muchas veces olvidado, pero que según se fundamenta en este artículo puede constituir una realidad clínica objetiva y extremadamente dolorosa para la mujer que ha abortado.
En ella se destaca en primer lugar las limitaciones metodológicas de los más recientes artículos publicados sobre esta materia lo que exigía una profunda rev isión del tema para proporcionar claridad a la sociedad y a los médicos.
Se comparan cuatro grupos de mujeres:
1) Que no han abortado;
2) Que se han quedado embarazadas sin planificarlo;
3) Que se han quedado embarazadas planificándolo;
4) Que han abortado.
La revisión evalúa 22 estudios, que incluyen 877.181 participantes, de los cuales 163.831 habían abortado.
Al evaluar los resultados se comprueba que las mujeres que han abortado tienen un 81% de probabilidades mas de tener problemas mentales que las que no lo han hecho.
A la vez se detecta que cerca del 10% de las mujeres que presentan problemas mentales, pueden atribuirlos a haber abortado previamente.
Que el peligro de sufrir problemas de ansiedad aumenta un 34 %, la posibilidad de padecer una depresión un 37%; la de caer en el alcoholismo un 110% y la de iniciarse en el consumo de marihuana un 220%.
Coincido plenamente con el Boletin Provida Press, que ante un tema tan debatido como el síndrome post-aborto, o si se quiere los posibles efectos mentales posteriores al aborto, conviene señalar que esta revisión es la más amplia que se ha realizado en el mundo hasta la fecha con la finalidad de tratar de evaluar la relación entre aborto y trastornos mentales.
A la vista de estos datos, avalados por la evidencia médica, parece de justicia informar a las mujeres que han considerado practicarse un aborto sobre los riesgos psicológicos que el aborto puede acarrearles. La mujer tiene derecho a esa información veraz.