Defiende y ama la vida

Defiende, protege, ama y sirve a la vida: A toda vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.

La maternidad es parte del ser mujer

La sociedad necesita ser pro mujer, pro niño, y pro vida. Debemos apoyar a toda mujer embarazada, especialmente a aquellas que tienen un embarazo en crisis.

El matrimonio es la base esencial de la familia

La familia fundada en el matrimonio es un bien fundamental para toda sociedad. Los matrimonios estables son garantía de los valores que nacen en las relaciones familiares saludables.

La familia es el elemento natural de la sociedad

"El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia." (Gilberth Keith Chesterton)

El embrión es un ser humano completo

Es un organismo completo, aunque inmaduro, y a no ser que se lo impida la enfermedad o la violencia, se desarrollará hasta su etapa madura, nacerá y vivirá muchos años hasta su muerte natural.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Para reflexionar

Estamos a una semana de celebrar la Navidad. La costumbre de intercambiar regalos junto con  la influencia del consumismo, nos puede hacer perder el auténtico sentido de lo que estamos celebrando: el cumpleaños de Jesús, Nuestro Redentor.
En redes sociales circula un anuncio de una empresa que nos llama a la reflexión a los adultos, particularmente a los que somos padres de familia: ¿Por qué nos empeñamos en regalar a los niños cosas materiales, que en realidad no es lo que más quieren, ni lo que necesitan?
Podemos hacer una enorme lista de todos los juguetes que los niños escriben, para esta época, en sus cartas al Niño Dios, a San Nicolás, a Santa Claus o a los Reyes Magos, según las diversas costumbres. Pero,  ¿Sabe usted, qué pedirían a sus padres si pudieran hacerlo en una carta? Pues, este precisamente fue el experimento-anuncio que hizo la empresa IKEA, que nos deja una hermosa enseñanza.
El experimento consistió en lo siguiente: varios niños escriben su carta a los Reyes Magos, esto es así porque se hizo en España, donde la costumbre es que los regalos los traen los Reyes Magos. Con mucha ilusión escriben en el papel, con la mejor letra que les es posible, los juguetes que quieren para Navidad este año. Pero, una vez que terminaron de escribir la carta, se les pide que escriban otra, pero ésta segunda carta está dirigida a sus padres. Los niños vuelven a tomar el lápiz y escriben a sus padres, de corazón lo que más necesitan y  piden lo que solo éstos les pueden dar, esto es: que estén más tiempo conmigo; que me ayuden a hacer más experimentos en casa; que me hagan un poco más de caso; que coman más conmigo y mis hermanos; que me hagan cosquillas; que me lean un cuento; que pasemos todo un día juntos, que jueguen más conmigo.
En síntesis amigo lector: los niños piden a sus padres más tiempo, más atención, más presencia. Y cuando se les pregunta cuál de las dos cartas escogen para echar al buzón, primero dudan, uno de ellos graciosamente dice: “Uy es una pregunta muy difícil”, pero luego uno a uno van contestando: “la de mis padres”.  Si, los niños prefieren a sus padres, antes que cualquier otro juguete.
Consultados los padres, que si les sorprendía que sus hijos les pidieran esto para Navidad, responden que la verdad es que no les sorprende, muchos reconocen que sus hijos tienen demasiados juguetes, algunos manifiestan que tratan de sustituir y llenar el vacío –que el poco tiempo que pasan con sus hijos deja—, con juguetes y otras cosas materiales.
Muchos nos preocupamos por dar a nuestros hijos  todo lo materialmente “mejor”, cuando en realidad lo mejor para nuestros hijos somos nosotros mismos. ¿Por qué no les damos más paciencia y hacemos el propósito de no gritarles ni agredirlos de ninguna forma?  ¿Por qué no les decimos más, que estamos ahí para ayudarles, tanto en los buenos tiempos como en los malos momentos? ¿Por qué no los escuchamos más y les damos mayor confianza? ¿Qué tal si hacemos el firme propósito de pasar más tiempo con nuestros hijos? ¿Por qué no les sonreímos más a nuestros hijos? ¿Cuántas veces hacemos el ejercicio de ponernos en el lugar de nuestros hijos? Cuando se equivocan: ¿Somos comprensivos y los perdonamos, o le damos mayor importancia a esas equivocaciones que la que realmente tienen?

Querido amigo lector: que en ésta Navidad cada uno haga el firme propósito de dar a su familia lo mejor de nosotros mismos. ¡Ese regalo es el que más necesitan! El próximo 25 de diciembre celebraremos el nacimiento del Hijo de Dios. Si Dios nos entregó a su Hijo para salvar a la humanidad: ¿qué no debemos hacer nosotros por los demás, especialmente por nuestra familia?

Columna Al pan... pan, publicada en Diario Extra el 18 de diciembre del 2014